domingo, 10 de enero de 2010

Aquiles, la tortuga y el fin de la paradoja de Zenón.

Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquiles

Primer verso de la Iliada



Aquiles estaba tan lejos de la tortuga que apenas podía verla, de hecho, ni siquiera sabía exactamente dónde se encontraba. Nunca podrás alcanzarla, le decían ... la frase se le repetía en la cabeza como un desafío.

El semidios, provocado, dio unas zancadas reduciendo a la mitad, en apenas unos segundos, la distancia que le separaba de la tortuga.

La multitud dejó de murmurar, pese a saber que se trataba del hombre más rápido de la Hélade se quedó asombrada por la velocidad con la que corría.

Aquiles, entusiasmado por la gran distancia recuperada, continuó corriendo, reduciendo en otra mitad la distancia en apenas un instante.

No podía ocultar la fascinación ante el poder, casi mágico, de sus piernas... Los mortales, asombrados, no podían comprender tamaña fuerza.

La tortuga, en el tiempo en el que Aquiles recorría valles enteros, apenas podía desplazarse unos pasos.

En su carrera, el hijo de Peleo atravesaba bosques infranqueables, grutas inhóspitas, lugares prohibidos... El camino era largo, la distancia se reducía, pero a medida que se acercaba, el terreno que recuperaba era menor ... nadie discutía que se aproximaba más y más, pero, era cierto, la recuperación era cada vez menos pronunciada.

No sabía cuánto tiempo llevaba ya el hijo de la ninfa corriendo hacia la tortuga, estaba tan cercana que podía olerla, creía poder darle alcance en cualquier momento, pero la tortuga aprovechaba el tiempo que necesitaba Aquiles en llegar a donde se encontraba para desplazarse ligeramente, lo suficiente para que cuando el héroe llegara, ella ya se encontrara algo más allá.

Aquiles, el de los pies ligeros, parecía agotado por el esfuerzo, siempre insuficiente para darle alcance.

La tortuga sin cambiar en ningún momento su ritmo continuaba tranquila al saber que su perseguidor siempre necesitaba tiempo para llegar donde ella estaba, y ese tiempo, por pequeño que fuera, le bastaba para alejarse.

Pasaron días, semanas, estaciones ...

Hubo algún momento de duda en el héroe, pero se decía a sí mismo que no podía dejar perder el esfuerzo realizado, debía darle alcance.

Siguieron sucediéndose las estaciones...

En una ocasión, una mañana invernal, la tortuga, sin perder en ningún momento su constante ritmo, se giró para mirar a Aquiles; se sabía confiada, tenía la certeza de que nunca podría darle alcance. Giró su flexible cuello con parsimonia para mirarle, realmente estaba muy cerca, pero se sentía vencedora, inalcanzable; al ver su gesto agotado no pudo evitar el amago de una mueca de burla ... inmediatamente volvió de nuevo su mirada hacia el camino, pues no quería ofender a Aquiles.

Sin embargo, su reacción fue demasiado lenta ...

Aquiles notó el gesto en su cara ... aquello sería lo último que hiciera.

Con la fuerza multiplicada por la ira le dio alcance, ensartándola en su miembro con tal violencia que, según relataron algunos de los testigos, el cuerpo carnoso de la tortuga salió disparado cuarenta estadios, quedando colgado entre las ramas de un olivo.

Triunfal, con algunos restos aun del caparazón en sus genitales gritó, pese a su agotamiento, de tal forma que temblaron rocas y montañas:

- JAMÁS!, JAMÁS TE MOFES DE UN HÉROE!!!!



The mock turtles - Can you dig it?

5 comentarios:

Distópica dijo...

me encantan tus textos
más que las frases de otros que pones a veces

un beso ;***

An Wild dijo...

Hola, he estado mirando tu blog y me parece muy interesante. Yo empecé algo parecido hace unos meses, y por casualidad encontré el tuyo buscando blogs similares al mio.

He visto que estás bajo licencia Creative Commons, ¿Me podrías explicar un poco como funciona?
Te mando un correo al que aparece en tu blog por si pudieses responderme.

Un saludo, y gracias de antemano.
:-)

vio le ta dijo...

:)
me encanto
pobre tortugita
grande aquiles

Fer dijo...

muy interesante!!!

me gusta mucho tu blog y lo que escribís :)

noesmivida@hotmail.com dijo...

fui demasiado cruel con la tortuguita? :-P ... ná, no creo.