sábado, 31 de julio de 2010

Frases y fragmentos ... (LIX)

... de lecturas más o menos recientes.


"El amor al bienestar y el amor al saber son las dos fuerzas que mueven la tierra, y lo que se da a uno debe quitársele siempre al otro."

Mi hermana y yo. Friedrich Nietzsche.

"No es el bienestar lo que arroja a la gente al abismo artísticamente, sino más bien el método mediante el cual se acumula el bienestar."

Mi hermana y yo. Friedrich Nietzsche.

"Como Ulises, he tapado mis oídos con cera, me he atado al mástil de mi barco y he salido a navegar para encontrar las 'sirenas'. Pero no con cantos de amor perturbaron las 'sirenas' mis oídos; mi cera y mis cadenas fueron impotentes contra sus astucias. Tenían un arma más poderosa que el canto para sacarme de mi celda monástica hacia el delirio del amor frustrado: en lugar de canto me anegaron con silencio, la tormenta del escarnio sin voz."

Mi hermana y yo. Friedrich Nietzsche.

"La soledad es lo que más me hace padecer aquí, aunque no es una sensación nueva para mí. Pero hay muchas clases de soledad. Existe la soledad de los lugares, la menos dañina de las soledades porque cuando se vive lejos de un lugar querido, nace la esperanza y el deseo de un futuro en el cual el espíritu humano puede felizmente confiar y trae consuelo. Existe también la soledad de una alta aspiración, la más bendita de las soledades, que involucra no sólo planes para sí mismo sino para la humanidad en general, y no necesita así cuidarse de las probables contrariedades que acarrea. Y por fin, está desgraciadamente la soledad que tiene una falta total de compensaciones, la soledad debida al fracaso del individuo para alcanzar un entendimiento común con el mundo. Ésta es la soledad más amarga de todas, la que corroe el corazón de mi existencia."

Mi hermana y yo. Friedrich Nietzsche.

"Despojado de mi último velo de ilusión -el poder de las ideas – contemplo con terror el 'vacío', pero todavía me aferro a la existencia, pues el solo hecho de vivir es lo único que me resta en el destrozado panorama del intelecto."

Mi hermana y yo. Friedrich Nietzsche.

"Nos despojamos de la verdad en la proporción que nos alejamos de la vida, dijo Sócrates, a punto de beber la cicuta. Todo es vanidad y una persecución tras el viento, pero esta sabiduría salomónica es difícil de aceptar. Hasta el fin soñaré con aquella que me enseñó por primera vez las posibilidades del amor romántico. Contra sus besos, Sócrates, Schopenhauer, Salomón y Sakia Muni sólo son envidiosos eunucos que han perdido el sabor de la vida."

Mi hermana y yo. Friedrich Nietzsche.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Otra versión, planta extraña (desconfiad):
"Al llegar Ulises, las formidables cantoras no cantaron, sea porque creyeron que semejante adversario ya sólo podía afrontarse con el silencio, sea porque esa visión de bienaventuranza en el rostro de Ulises, que no pensaba más que en cera y cadenas, les hizo olvidar cualquier canto.
Pero Ulises, por así decirlo, no oyó su silencio; creía que cantaban, sólo que él se veía librado de oírlas. Vio primero, fugazmente, las torsiones de sus cuellos, la honda respiración, los ojos arrasados en lágrimas, la boca entreabierta, y creyó que todo esto formaba parte de las arias que, sin ser escuchadas, resonaban y se perdían a su alrededor. Pero pronto todas las cosas rebotaban en su mirada abstraída; era como si las sirenas desaparecieran ante su resolución, y justamente cuando más cerca estuvo de ellas, ya nada sabía de su presencia. Y ellas, se estiraban y se retorcían, tendían sus garras abiertas sobre la roca y sus hórridas cabelleras ondeaban al viento, libremente. Ya no pretendían seducir: tan sólo deseaban atrapar, mientras fuera posible, el reflejo de los dos grandes ojos de Ulises. Si las sirenas hubieran tenido conciencia, habrían sido destruidas en aquella oportunidad. Pero así perduraron, y únicamente se les escapó Ulises.
La tradición refiere también un epílogo al respecto. Ulises, así cuentan, fue tan zorro, tan rico en astucias, que ni aun la diosa del destino logró penetrar en su fuero interno. Quizás –aunque esto ya no pueda concebirlo la razón humana- advirtió realmente que las sirenas callaban, y sólo, por decirlo así, a manera de escudo, les opuso a ellas y a los dioses el referido simulacro.Franz Kafka"
beso