miércoles, 21 de mayo de 2008

De prólogos, prefacios y demás

Fernando Pessoa rechazó una invitación a prologar las obras de su único amigo íntimo, Mário de Sá-Carneiro, con estas palabras:

He reflexionado sobre la cuestión de los prefacios o introducciones y prefiero seguir el célebre consejo del Punch a los que se van a casar: NO. Sí, prefiero que se prescinda de prefacios. No explicar es, aún, una de las principales condiciones para la imposición y la victoria. A mi modo de ver, ni siquiera las dos breves páginas que escribí [en la revista Athena] deben constituir un precomentario. Quede la obra tal como es, y sin que nada más sea.

Por su lado, Álvaro de Campos creía que

El único prefacio a una obra es el cerebro de quien la lee.

Y el también pessoano redactor del Translator´s Preface a la nonnata edición inglesa de la poesía de Alberto Caeiro dejó escrito:

Un prefacio siempre es malo, y el prefacio de un traductor es cosa positivamente inmoral.

Nota preliminar a la traducción de José Antonio Llardent de Poesía de Fernando Pessoa.

4 comentarios:

noesmivida@hotmail.com dijo...

No tengo nada especialmente en contra de los prólogos que suelen preceder a las obras de tantos autores, de hecho me he encontrado algunos que valían su peso en oro; eso sí, una cosa tengo clara: nunca, bajo ningún concepto, hay que leerlos antes de leer la obra en sí.

Anónimo dijo...

Estoy con noesmivida. Aunque Pessoa, del que soy un asiduo lector, también tiene razón. Ciertamente hay obras que añaden excelentes prefacios, pero otros... confunden al menos versado.

Madame X dijo...

Creo que a menudo un prólogo es una estrategia comercial de la editorial. Parece que un libro se vende mejor si el prólogo está escrito por tal o cual autor consagrado.

La verdad, pocas veces he encontrado útil un prólogo, salvo que se trate de situar algunas obras en su contexto, como ocurre con reediciones de autores ya desaparecidos.

En general los prefacios me aburren. Me los salto.

arrebatos dijo...

A algunos prologuistas deberían colgarlos por los pulgares del palo mayor.